Acromegalia y riesgo cardiovascular: ¿por qué tratarla a tiempo es vital?
- Dra. Paola Jervis Solines

- 28 ago
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La acromegalia es una enfermedad endocrina rara producida por la secreción exces
¿Qué es la acromegalia y cómo afecta al organismo?
La acromegalia es una enfermedad endocrina rara producida por la secreción excesiva de hormona de crecimiento (GH), generalmente causada por un adenoma hipofisario benigno. Este exceso de GH provoca niveles elevados de factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1), responsables de los cambios progresivos en huesos, tejidos blandos y órganos. Los pacientes suelen presentar rasgos faciales toscos, crecimiento de manos y pies, engrosamiento de la piel y alteraciones metabólicas que, aunque pueden parecer lentas en su desarrollo, tienen un impacto profundo en la salud general y, particularmente, en el sistema cardiovascular.
La mayoría de los pacientes tardan entre 7 y 10 años en recibir un diagnóstico correcto debido a que los cambios físicos son graduales. Sin embargo, durante ese tiempo el exceso de GH e IGF-1 ya está generando daños irreversibles en el sistema vascular y en órganos vitales, lo que aumenta el riesgo de complicaciones graves.
Relación entre acromegalia y riesgo cardiovascular
Hipertensión arterial
La hipertensión es una de las manifestaciones más frecuentes de la acromegalia, presente en hasta el 40–50 % de los pacientes. La elevación crónica de GH e IGF-1 induce rigidez vascular, alteraciones en la función endotelial y retención de sodio, lo que favorece la hipertensión persistente. Esta condición, a su vez, multiplica el riesgo de insuficiencia cardíaca y eventos cerebrovasculares.
Miocardiopatía acromegálica
El corazón también es víctima directa del exceso hormonal. La exposición prolongada a GH e IGF-1 conduce a hipertrofia ventricular, fibrosis miocárdica y alteraciones en la contractilidad. El resultado es una miocardiopatía acromegálica, caracterizada por cardiomegalia, arritmias y disfunción sistólica y diastólica, que puede progresar a insuficiencia cardíaca si no se trata a tiempo.
Alteraciones metabólicas y resistencia a la insulina
La acromegalia incrementa la resistencia a la insulina, lo que eleva el riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 2. Este factor metabólico, sumado a la dislipidemia frecuente en estos pacientes, acelera la aterosclerosis y contribuye a la aparición de infartos de miocardio y enfermedad arterial periférica.
Trastornos del sueño y apnea obstructiva
La apnea del sueño es otra complicación común. El engrosamiento de los tejidos blandos en la vía aérea superior dificulta la respiración nocturna y ocasiona apneas repetitivas que favorecen la hipertensión pulmonar y el daño cardiovascular crónico.
Consecuencias de no tratar la acromegalia a tiempo
Si la enfermedad no se diagnostica y controla de manera temprana, el paciente enfrenta un riesgo significativamente mayor de mortalidad cardiovascular. Se estima que la esperanza de vida puede reducirse entre 10 y 15 años respecto a la población general. La combinación de hipertensión, insuficiencia cardíaca, diabetes y dislipidemia crea un entorno letal para el corazón y los vasos sanguíneos.
La falta de tratamiento también ocasiona un deterioro progresivo en la calidad de vida: fatiga crónica, dolor articular, limitación funcional y problemas psicológicos debido a los cambios físicos.
Estrategias de diagnóstico y seguimiento
Diagnóstico temprano
El diagnóstico se confirma mediante la medición de IGF-1 sérico y la prueba de tolerancia oral a la glucosa (fallo en la supresión de GH). Una resonancia magnética de hipófisis permite identificar el adenoma hipofisario responsable.
Evaluación del riesgo cardiovascular
Además de confirmar la acromegalia, es fundamental evaluar la función cardíaca y vascular. El ecocardiograma es la prueba principal para detectar hipertrofia ventricular, disfunción sistólica o diastólica, y valvulopatías. También se recomiendan pruebas de esfuerzo y monitoreo ambulatorio de presión arterial para identificar hipertensión oculta.
Seguimiento multidisciplinario
El control óptimo de la enfermedad requiere un equipo formado por endocrinólogos, cardiólogos, neurocirujanos y especialistas en sueño. Un seguimiento anual permite ajustar tratamientos y reducir el riesgo cardiovascular.
Opciones de tratamiento y su impacto en la salud cardíaca
Cirugía hipofisaria
La cirugía transesfenoidal es el tratamiento de elección en la mayoría de los pacientes, ya que permite extirpar el adenoma y normalizar rápidamente los niveles de GH e IGF-1. Cuando se logra una resección completa, el riesgo cardiovascular disminuye considerablemente.
Terapia farmacológica
En los casos en los que la cirugía no logra la remisión, se utilizan fármacos como los análogos de somatostatina (octreótido, lanreótido), antagonistas de GH (pegvisomant) y agonistas dopaminérgicos. Estos medicamentos no solo controlan la secreción hormonal, sino que también han demostrado revertir parcialmente la hipertrofia cardíaca y mejorar la función ventricular.
Radioterapia
Cuando ni la cirugía ni los fármacos son suficientes, la radioterapia hipofisaria es una opción, aunque sus efectos son más lentos y conllevan el riesgo de hipopituitarismo.
Importancia del control integral de factores de riesgo
El tratamiento de la acromegalia debe acompañarse de un control estricto de la presión arterial, los niveles de glucosa y el perfil lipídico. La dieta balanceada, el ejercicio supervisado y la detección temprana de apnea del sueño son medidas esenciales para reducir complicaciones.
La acromegalia es mucho más que un problema estético o de crecimiento anormal. Es una enfermedad con un fuerte impacto en la salud cardiovascular y en la esperanza de vida de quienes la padecen. El diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno no solo corrigen los niveles hormonales, sino que previenen complicaciones irreversibles en el corazón y los vasos sanguíneos. Por eso, tratar la acromegalia a tiempo es vital: cada año de retraso implica un riesgo mayor de insuficiencia cardíaca, infartos y muerte prematura.


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